lunes, octubre 10, 2005

El Opus Dei y la Teología de la Liberación

Cuando se habla de Teología en América Latina, no se puede dejar de mencionar a la Teología de la Liberación. Y los periodistas, en su afán simplificador, la definen como una teología que busca centrar la predicación evangélica en los pobres. No es raro que se la contraponga al Opus Dei, que buscaría dirigirse principalmente a las élites. Más aún: que aprovecha su "influencia" en la Iglesia, para que ésta condene a la mencionada teología. Y ya tenemos tema para controversia: el Opus Dei versus la Teología de la Liberación.

¿Es esto así? Por supuesto que no. En esta serie de argumentaciones, hay algunas afirmaciones inexactas y conclusiones no rigurosas.

En primer lugar, la definición de Teología de la Liberación. Es una corriente teológica que, sin embargo, tiene muchas variantes. Es decir, que no se puede tratar como una teología única. Lo que tienen en común muchas de estas teologías es el planteamiento hermenéutico, es decir, el punto de partida teológico, que busca hacer una relectura de toda la doctrina católica desde la preocupación exclusiva por el pobre, lo cual ha podido llevar a algunas conclusiones sesgadas. Lo que ha hecho el Vaticano es condenar no la Teología de la Liberación, sino algunos excesos en ciertos teólogos latinoamericanos.

Excesos que van en la línea de buscar una reestructuración de la sociedad, sin importar si ésta es violenta o no. Mejor dicho, invocando a la lucha de clases, como una salida a la situación de injusticia en la sociedad actual. Excesos que también van en la línea de la desacralización del rito, so pretexto de una adecuada comprensión por parte del pobre.

En segundo lugar, la preocupación por los pobres. Eso no es un patrimonio de la Teología de la Liberación, sino de la doctrina social de la Iglesia. Para ello no hace falta más que leer el reciente Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, y ver en él la gran importancia que se da a la defensa del inocente, del marginado y del pobre. Una defensa que abarca la totalidad de sus derechos y no sólo los materiales.

En tercer lugar, el espíritu del Opus Dei está abierto a todo tipo de personas, sin importar la condición social, el nivel de ingresos que pueda tener, el lugar de procedencia, etc. Sólo les pide el deseo de santificarse en su quehacer cotidiano, cualquiera que este sea: agricultor o maestro, pintor o arquitecto, taxista o ama de casa, policía o vendedor ambulante, quiosquero o peluquero, incluso desempleados, si saben ver en ese duro trance, un sacrificio que ofrecer a Dios.